Homenaje al Ing. Arq. Arturo Prins & el Arq. Oskar Ranzenhofer. Contacto: alejmachado@gmail.com

Este blog rescata las obras individuales y conjuntas de Prins & Ranzenhofer. Un uruguayo y un vienés que marcaron una tendencia europeista en la Buenos Aires del primer centenario. Este blog forma parte de una red de sitios de difusión y defensa de los grandes arquitectos de la Capital de la República Argentina como Gianotti, Colombo, Siegerist, Palanti, Virasoro, Garcia Nuñez, entre otros.
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miércoles, 5 de marzo de 2008

Ing. Arq. Arturo Prins / C.A.B.A / Juncal 1912 y Riobamba



La autoria es atribuída en un articulo de de la UCA en web, supongo que la firma esta debajo del cartel.

LA HISTORIA DE DOS CASAS EMBLEMÁTICAS DE LA UCA

“Quizá sea un duende sabio el que hoy me ha movido a venir más temprano a esta casa de la calle Juncal, que he visitado otras veces. Mientras espero en la biblioteca la llegada de los demás invitados a comer, escucho en el silencio y en la soledad el cuchicheo de las voces ilustres....”

Así comienza el artículo “Retratos y manuscritos en lo de Estrada” que con la firma de Manuel Mujica Láinez apareció en la Revista El Hogar. La casa a la que se refiere Manucho no es otra que la de la esquina de Juncal y Riobamba, que muchos años después -adquirida a sus primitivos dueños- ocuparían el Rectorado y la sede central de la UCA al trasladarse desde su primitiva y vecina sede, la de Riobamba 1227.
El texto de Mujica integró una serie de artículos que con el título común de “La historia viva en nuestras casas tradicionales”, entre el 7 de noviembre de 1947 y el 28 de mayo de 1948 publicó El Hogar. Muchas de esas residencias, vinculadas con la historia de nuestro país, ya no existen o han cambiado de mano, por eso nos ha parecido útil rescatar aquí la historia de dos edificios de una época de Buenos Aires que, a pesar de su cercanía, se confunde con el gran pasado argentino.
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Juncal 1912
Según cuenta Monseñor Derisi en La Universidad Católica Argentina en el recuerdo, a principios de 1966 el edificio que ocupa la esquina de la calle Juncal con una gran extensión sobre la de Riobamba se ofrecía en venta. La propiedad, una verdadera mansión, pertenecía a Tomás J. de Estrada. La esposa de don Tomás, la señora Carlota Láinez de Estrada, colaboraba con la señora María Elena Solari de Valsecchi en la tarea de reunir fondos para la Fundación Amigos de la Universidad Católica Argentina. Para preservar su casa -pues temía que el inmueble fuera demolido para construir en el predio un edificio de departamentos- doña Carlota insistió a Monseñor Derisi para que la UCA lo adquiriera, lo que se hizo al término de un año.
“Pocas habitaciones hay en Buenos Aires –continúa- Mujica Láinez- tan densas de histórico señorío y de acogedora intimidad como ésta que rodea la biblioteca de los Estrada. Sus dueños actuales me han contado que su padre –don Tomás Estrada- la trasladó intacta de la casona solariega de la calle Bolívar, que alberga hoy la editorial fundada por don Ángel, y que vio nacer y formarse a un grupo de hombres de trascendente gravitación en el florecer de nuestro pensamiento. Desde niño he oído hablar de esa casa patricia y de sus famosas tertulias. Esta noche su atmósfera me rodea, porque ella ha quedado flotando, como el perfume de los remotos sahumerios familiares, entre los libros muy leídos y entre los retratos que prolongan su charla alrededor de la chimenea.”

En esa misma habitación ceñida por las estanterías oscuras -en la que se alinearon entre otros los retratos de Manuel de Sarratea, del Padre Altolaguirre (guardían de los Recoletos), de María del Carmen Liniers y Sarratea de Perichon y el magnífico óleo de Liniers de Estrada y su mujer, Rosario Perichon, “la Perichona”, admirablemente plasmado por Prilidiano Pueyrredón- atendieron sucesivamente el despacho de la UCA Monseñor Octavio N. Derisi, hasta 1980, y Monseñor Guillermo P. Blanco hasta junio de 1994.
Los Estrada, que tuvieron siempre el culto de la tradición, custodiaban también en ese ámbito los volúmenes ubicados en los anaqueles, cosecha de muchos años, y su correspondencia con las personalidades más descollantes de un momento privilegiado: José María de Heredia, Pierre Loüys, Rémy de Gourmont, el conde de Montesquiou, Rubén Darío, Eduardo Wilde, Guido y Spano, Rafael Obligado, los García Calderón, Núñez de Arce, Paul Groussac, el general Mansilla, José María Ramos Mejía, Leopoldo Lugones....
“Pero ya están aquí los dueños de casa -termina Mujica- , y ya llegan los convidados restantes, y ya se abren las puertas del comedor hacia el relámpago de las blasonadas platerías y hacia las flores únicas de doña Silvina Lynch de Estrada.”
Sobre esas puertas dobles que separan al comedor de la biblioteca dejaron los antiguos moradores -además de los muebles que hoy lucen el salón rojo del primer piso del edificio “Santa María”- una magnífica tela firmada por Sassó, de técnica impresionista, cuyas flores, sin duda, habrán competido en belleza con las “únicas” de doña Silvina.
Quienes trabajamos en ese lugar recordamos que alguna vez, algún descendiente de Tomás J. de Estrada -tercera generación- solicitaba autorización para entrar un momento a la biblioteca de su abuelo, para visitar las habitaciones privadas de su abuela -ocupadas en el primer piso por la Secretaría Académica- o el cuarto de los placards espejados -donde se ubicó luego la oficina de sistemas- y para contemplar las flores pintadas del comedor...
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La casa fue proyectada y levantada en 1908 -el mismo año en que se inauguró el Teatro Colón de Buenos Aires- por el arquitecto uruguayo Arturo Prins. Un halo de leyenda envuelve la historia de este arquitecto, cuyo nombre campea en lo alto de la curva ochava del edificio (Juncal y Riobamba).
Prins (1877-1939), Ingeniero por la Universidad de Buenos Aires y estudioso de la arquitectura en universidades europeas, dejó a la oligarquía porteña varias residencias particulares, construidas en las primeras décadas del siglo (como la que nos ocupa) y algunas casas de renta destinadas a la clase media alta. En una de ellas de estilo academicista francés -Rincón 137, barrio de Balvanera- tuvo su “departamento de soltero” (su garçonnière) Carlos Gardel. Pero Arturo Prins protagoniza la historia de Buenos Aires especialmente por dos edificios: a la altura del n° 543 de la Diagonal Norte se ubica una magnífica construcción -actualmente ocupada por la Embajada de Grecia- caracterizada por altas columnas de unos 20 metros y esculturas de un piso de altura rematadas en la cornisa que, en el ámbito horizontal de la Avenida, le dan al edificio un carácter vertical y único.
El segundo es el de la avenida Las Heras 2214. En el año 1909 la Facultad de Derecho y Ciencias Sociales de la UBA convocó un concurso de anteproyectos para la construcción de su nueva sede. Evaluadas las propuestas el Consejo Directivo optó por elegir la del ingeniero Arturo Prins. El edificio, que actualmente pertenece a la Facultad de Ingeniería de la UBA, es la única construcción neogótica monumental de carácter no religioso de la ciudad de Buenos Aires. En la elaboración del proyecto definitivo, Prins contó con la colaboración de dos arquitectos italianos recién llegados a la Argentina: Francisco Gianotti (autor de la Confitería Del Molino, en Av. Rivadavia esquina Av. Callao) y Mario Palanti, quien proyectó el edificio de Riobamba 1227, del que nos ocuparemos a continuación. La obra, también conocida como “la Catedral” por sus lineamientos góticos, se encuentra ubicada en la manzana comprendida por la Av. Las Heras y las calles Azcuénaga, Pacheco de Melo y Cantilo.
No hay duda de que este trabajo es un símbolo, sobre el que se han tejido una infinidad de historias. Hay quienes aseguran que el proyecto no pudo ser finalizado por problemas de cálculos estructurales, que impidieron recargar la construcción existente con una torre central de gran altura y dos agujas góticas laterales como concebía el proyecto original, y que esto fue la causa del suicidio del ingeniero-arquitecto Prins. El hecho no está documentado, pero lo cierto es que en 1938 se resolvió dejar sin efecto la continuación de los trabajos.
Aunque esta historia no se vincule directamente con la del edificio que nos ocupa, sirva lo expresado para destacar la gravitación de quien lo proyectó y construyó en un momento incomparable de Buenos Aires.

LA OTRA HISTORIA ES SOBRE UNA CASA DE paranti para la Iglesia Católica Argentina.

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